Este blog es un espacio creado para el análisis de textos literarios hispanoamericanos del siglo XX.
Blogs del curso "Análisis literario"
miércoles, 12 de febrero de 2014
jueves, 6 de febrero de 2014
Fundamentos y carencias de los estudios culturales - Frankfurt, Arendt y la crítica moderna
El
siglo XX, entre la gran cantidad de revoluciones artísticas y culturales que
tuvo, también trajo consigo el despertar del interés en diversas disciplinas
por el estudio de un fenómeno que cada vez se expandía y se hacía más evidente,
hablamos de la denominada “cultura de masas”, cuyo gran auge se vio reflejado
con mayor fuerza a mediados de siglo. Entre los diversos factores que
propiciaron el desarrollo de esta cultura que crecía vorazmente, uno de los más
significativos fue el económico, puesto que, con la instauración del
capitalismo, y con éste del consumismo, la cultura, y con ella el arte,
comenzaron a verse en la necesidad de adaptarse a estas prioridades sociales
para poder subsistir, por lo que habría de tornarse en un “arte destinado al
consumo masivo, producido y distribuido por las tecnologías de masas”.
Con
todo, es preciso señalar que la apreciación de esta “cultura de masas” no
habría de ser unívoca, sino que, al contrario, al volverse un fenómeno de interés
para diferentes disciplinas, habría de ser estudiada y examinada desde
diferentes ángulos y puntos de vista, cada uno de ellos de acuerdo a los
particulares intereses de cada área y/o autor, aunque, como nos menciona la
autora María Luengo Cruz, en el fondo de todas las teorías habría de subyacer
en interés común, y ése era el de reflexionar sobre “la autonomía o no de la
cultura respecto a la sociedad moderna.”
Partiendo de esta idea, la autora
opta por clasificar las diferentes teorías y autores en dos categorías
generales: los “racionalistas” contra los “idealistas”. Sobre estos, nos dice
que, por un lado, los racionalistas “considerarán
que la cultura responde mecánicamente a fuerzas externas, mientras que los
enfoques idealistas acentúan la dimensión interna, subjetiva de la cultura”.
Aparte de esta clasificación, la autora también divide las perspectivas según “adopten
una postura colectivista o individualista.” Así, “para los teóricos colectivistas,
los patrones culturales preceden a los hábitos culturales del individuo porque,
a su vez, dependen de una estructura social preexistente que dirige la producción
y recepción colectiva de la cultura, bien hacia un sistema impuesto desde
fuera, por ejemplo la sociedad capitalista del consumo (racional-colectivismo),
bien hacia unos principios internos (ideal-colectivismo). Por el contrario, los
teóricos individualistas creen que la cultura es consecuencia de una opción
individual. El individuo autónomo, libre, decide las pautas de la creación y
fruición estética, al margen de cualquier tipo de condicionamientos sociales”.
Ahora
bien, entre las diferentes teorías y perspectivas que surgieron en torno a la
denominada “cultura de masas”, una de las que tuvo mayor impacto social fue la
de la denominada “escuela de Frankfurt”, cuya propuesta estuvo principalmente
encabezada por los autores T. W. Adorno y M. Horkheimer.
Theodor Adorno y Max Horkheimer |
Respecto a esta teoría, de acuerdo a
lo anteriormente mencionado, apreciamos que se trata de una postura “racional-colectivista”,
por ello, habría de considerar a la “cultura de masas” como respuesta a
factores externos, de entre los cuales, el principal habría de ser el modelo
capitalista y la sociedad consumista que este mismo produce. Así, observamos
que este sistema económico regente; y los principios básicos que lo rigen:
producción y obtención de bienes materiales, habrían de trasplantarse también a
la esfera cultural y artística. Por consiguiente, la cultura habría de
convertirse ahora en un “producto” comercial cuyo único fin era la remuneración
económica.
Todo lo anterior, de acuerdo a
Adorno y Horkheimer, ha de provocar que la cultura y el arte pierdan su función
estética y significante para volverse meros “objetos” sin un significado en
particular salvo el comercial. En este punto, observamos entonces que la
perspectiva que estos autores tienen en torno a la “cultura de masas” es
negativa, puesto que ven en ella una crisis y una decadencia de la cultura.
Por este motivo mismo, habrán de
decidirse por establecer una tajante división entre lo que habrían de
considerar como “arte” propiamente dicho; con todas las características que una
obra de alta calidad estética debía poseer, y entre la “cultura de masas”,
vista como una “industria cultural” cuyo fin primordial era producir ganancias,
o en palabras de los propios autores, “las formas populares no fluían ya del alma
de la obra; por el contrario, venían impuestas desde fuera, «a modo de
estampa», según la utilidad y valor de cambio de los productos”.
Entonces, este carácter mercantil
adquirido por la cultura ha de sustituir a “las cualidades estéticas de la obra
de arte por el valor de cambio que fijaba externamente la lógica comercial.” En este punto, un claro ejemplo lo encontramos
en los llamados “libros de superación personal” que actualmente abundan en
nuestra sociedad, los cuales, renuncian a la “calidad” literaria en aras de
ofrecer un producto que el público consuma en grandes cantidades.
Partiendo
del ejemplo anterior, surge entonces la duda por saber ¿qué características de
estos productos los hacen tan demandados por el público? Pues buen, para Adorno
y Horkheimer, “la evasión y el divertimento constituyeron las nuevas formas de «placer
estético». La sociedad capitalista hacía de la diversión una necesidad vital”. Un
claro ejemplo de esto (quizá un poco burdo), lo hallamos en las “telenovelas”, las
cuales han sustituido en gran medida a las novelas literarias y otras formas
culturales puesto que han sido consumidas de manera sorprendente por el
público. Dichas telenovelas, cabe decir, constituyen auténticos medios de
evasión y ocio para las personas.
Así
mismo, otro ejemplo lo podemos encontrar en la gran industria cinematográfica
“Hollywood”, la cual, sobre todo a partir de los años 50’s, se constituyó en
gran medida en una productora cuyos filmes poseían un trasfondo o un contenido
esencialmente “recreativo”, una industria de entretenimiento en resumidas
palabras.
Cambiando un poco de asunto, es
necesario mencionar la postura de la autora Hanna Arendt, quien, si bien se
hallaba en una línea similar a Adorno y Horkheimer, difería de estos en que,
para ella, “si el arte corría peligro, no era por la amenaza de una cultura de
masas, sino por la actitud de una sociedad de masas, heredera de la sociedad moderna,
que suplía el arte por el entretenimiento como consecuencia de un afán
desmedido por consumir.” Un ejemplo de esto último la hallamos en los famosos
“Best-sellers”, los cuales, si actualmente continúan produciéndose en grandes
cantidades y con amplios alcances es en gran medida gracias a que la sociedad
de masas; en búsqueda de divertimento, los sigue consumiendo insaciablemente,
favoreciendo así su continua producción.
Hannah-Arendt |
Arendt, también preocupada por la
decadencia de la producción cultural, diferenció entre el arte y los “bienes de
consumo”, estableciendo que “los bienes de consumo se distinguían de los
objetos de la cultura en que estos últimos permanecían más allá de su consumo
inmediato.” Un ejemplo de esto podemos hallarlo en la música, reflejado
esencialmente en algunos artistas y grupos denominados “pop”, los cuales, no
suelen tener una duración muy larga (10 años cuando mucho), puesto que están
diseñados meramente para fines comerciales, de manera que, cuando su valor
comercial se agota, simplemente se reemplazan por un producto más novedoso y
así sucesivamente. Caso contrario es el de cierto tipo de música de gran
calidad estética (pongamos por ejemplo la música clásica: Beethoven, Mozart,
entre otros), la cual, no obstante la distancia, ha logrado mantenerse en el
tiempo.
Referencias:
Luengo Cruz, Maria. Fundamentos y carencias de los estudios culturales: una revisión teórico-crítica del ámbito popular culture. Universidad Carlos III. 2006. Madrid, España.
miércoles, 5 de febrero de 2014
Cuestionario Post-estructuralismo - Segunda parte
1-
¿Qué
es un signo saludable y un signo doble?
Para Barthes, signo "saludable" es el que llama la atención
sobre su propia arbitrariedad, que no quiere hacerse pasar por
"natural" sino que, en el preciso momento de transmitir un
significado, comunica también algo de su propia condición relativa, artificial.”
El signo "doble", por su parte, es aquel que “hace señales dirigidas
a su propia existencia material a
la vez que transmite un significado”.
2.- ¿Qué es un texto
escribible?
Los textos "escribibles" son aquellos que “animan al crítico a
modelarlos, a trasladarlos a diferentes tipos de discurso, a producir un juego
propio semiarbitrario de significado en contraposición a la obra. El lector o
el crítico cambian su papel de consumidor por el de productor. la literatura es
entonces menos un objeto al que esa crítica debe adaptarse que un espacio libre
donde puede jugar a sus anchas.
El texto "escribible" carece de significado preciso y de
"significados" fijos, está compuesto de varios elementos difusos,
constituye un tejido inagotable o una galaxia de significantes, una tela
inconsútil de códigos y fragmentos de códigos, a través de los cuales el crítico
puede abrir su propia brecha aventurera. No hay principio ni fin, ni secuencias
que no puedan dar marcha atrás, ni jerarquía de "niveles" textuales
que nos indiquen lo que es más
significativo o
menos. Cada palabra, cada frase o trozo constituye una reelaboración de
escritos que precedieron o que rodean una obra en particular. No existe la
"originalidad" literaria, tampoco la "primera" obra
literaria, toda la literatura es "intertextual"
3.-¿Cuál es el grado
cero de la escritura?
Es aquel que
convierte al acto de escribir en un acto intransitivo, es decir, no escribir
“sobre un tópico
específico y con una finalidad en particular”, en otras palabras, considerar al
acto de escribir, “en sí mismo, una finalidad y una pasión. El escribir se
vuelve sobre sí mismo en un acto narcisista, pero siempre preocupado y
eclipsado por la culpa de su propia inutilidad.”
El escribir,
entonces, intenta “liberarse de la contaminación del significado social, ya sea
insistiendo en la pureza del silencio (como ocurre con los simbolistas), o bien
buscando una austera neutralidad, un “grado cero de la escritura”
4.- ¿Cuál es el
último terreno que queda al placer del significante?
“Escribir o el leer-como-si-se-escribiera, constituye el último terreno
sin colonizar donde el intelectual puede esparcirse, saborear la suntuosidad
del significante. Al escribir, la tiranía del significado estructural podría
quedar rota y dislocada por el libre juego del lenguaje, y el sujeto, es decir,
el escribir/leer, quedaría libre de la camisa de fuerza de una única identidad
para pasar a un yo arrobadoramente amplio.”
5.- ¿Cuál es la
relación entre el post-estructuralismo y el compromiso político?
Como consecuencia al fracaso que significó el movimiento estudiantil
europeo de 1968, cuyas aspiraciones de solidarizarse con la clase obrera en su
búsqueda del derrocamiento del autoritarismo de las instituciones; así como de
su búsqueda de conquista del poder, se vieron violentamente frustradas y
reprimidas por el poder del estado, surgió entonces el postestructuralismo,
producto a su vez de “esa mezcla de euforia y desilusión, liberación y disipación,
carnaval y catástrofe de 1968.” De ese modo, viéndose incapaces de “romper las
estructuras del poder estatal, el postestructuralismo vio que sí era posible
subvertir la estructura del lenguaje.”
6.- ¿Cuáles son los
argumentos de Eagleton contra los post-estructuralistas?
Entre
algunos de los argumentos que Eagleton manifiesta contra los
post-estructuralistas, encontramos principalmente la crítica a su idea del
escepticismo ante el carácter absoluto del signo, de su “no-significar”. De ese
modo, para Eagleton, “decir que no existen fundamentos absolutos para el empleo de palabras
como verdad, certeza, realidad, etc., no equivale a decir que carezcan de
significado o que sean ineficaces.”
Así
mismo, una desventaja que encuentra en el post-estructuralismo, es que en él,
“la opinión
según la cual el aspecto más significativo de cualquier texto consiste en que
no sabe de qué está hablando, suena a cansada resignación ante la imposibilidad
de la verdad.” De igual modo, sobre la
desconstrucción, nos dice que ésta “libera de buenas a primeras de tener que
asumir una posición sobre cuestiones de importancia, pues el decir tales cosas
no es más que producto pasajero del significante que por ningún
concepto puede considerarse
"verdadero" o "serio".
Igualmente, menciona que, en esta forma, “la
crítica literaria se convierte en un asunto irónico y poco seguro, en una
aventura desconcertante hacia el vacío interior del texto que pone de
manifiesto el carácter ilusorio del significado, la imposibilidad de la verdad
y las argucias engañosas de todo discurso.
Por último, también apreciamos, que, en
cuanto a la desconstrucción anglonorteamericana, nos dice que, al centrar su
crítica en textos fundamentalmente cerrados; y por ende, vacíos, “poco puede
hacerse con ellos excepto admirar la
forma implacable con que se diluyeron todas las partículas positivas de
significado textual.”
7.- Busca un texto que ejemplifique el signo
saludable y el signo doble.
Un ejemplo de signo
saludable podría ser un texto de Voltaire en donde dice:
“Cuando un diplomático dice sí, quiere decir «quizá»;
cuando dice quizá, quiere decir «no»;
y cuando dice no, no es un diplomático.
Cuando una dama dice no, quiere decir «quizá»;
cuando dice quizá, quiere decir «sí»;
y cuando dice sí, no es una dama.”
En este
ejemplo, podemos observar claramente como el autor pretende poner de manifiesto
el carácter arbitrario de los signos, puesto que estos pueden presentar valores
diferentes a los asignados, denotando así su “condición relativa, artificial”.
Por otra parte, un ejemplo de “signo
doble” podemos encontrarlo en el poema de César Vallejo “A lo mejor soy otro…”,
en donde puede apreciarse la forma en que un signo (en nuestro ejemplo puede
ser el caso de “disco”) “hace señales dirigidas a su propia existencia material a la vez que
transmite un significado”.
A lo mejor, soy
otro; andando, al alba, otro que marcha
en torno a un disco largo, a un disco elástico:
mortal, figurativo, audaz diafragma.
A lo mejor, recuerdo al esperar, anoto mármoles
donde índice escarlata, y donde catre de bronce,
un zorro ausente, espurio, enojadísimo.
A lo mejor, hombre al fin,
las espaldas ungidas de añil misericordia,
a lo mejor, me digo, más allá no hay nada.
Me da la mar el disco, refiriéndolo,
con cierto margen seco, a mi garganta;
¡nada, en verdad, más ácido, más dulce, más
kanteano!
Pero sudor ajeno, pero suero
o tempestad de mansedumbre,
decayendo o subiendo, ¡eso, jamás!
Echado, fino,
exhúmome,
tumefacta la mezcla en que entro a golpes,
sin piernas, sin adulto barro, ni armas,
una aguja prendida en el gran átomo...
¡No! ¡Nunca! ¡Nunca ayer! ¡Nunca después!
Y de ahí este
tubérculo satánico,
esta muela moral de plesiosauro
y estas sospechas póstumas,
este índice, esta cama, estos boletos.
Bibliografía:
Eagleton, Terry. Una
introducción a la teoría literaria. Fondo de Cultura Económica. 1998.
México, D.F.
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